Aquí tenemos un receta rápida y buenísima para poner como picoteo, de acompañante o para un revuelto.

Hoy tengo fiesta y he aprovechado para comer con mi chico, que no suele ser habitual, así que ¡toca saltarse la dieta!

Además ¡no se mancha nada! y no me apetece limpiar mucho en mi día libre.

 

INGREDIENTES

· Patatas

· Morcilla

· Sal

· Aceite de oliva.

· Especias al gusto (hoy: pimienta blanca o negra, pimienta cayena molida y mix para carne)

 

¡EMPEZAMOS!

Esta receta es muy sencilla. Empezamos precalentando el horno a 200º (con aire/ventilador, si tenemos).

Limpiamos muy bien las patatas, ya que vamos a comernos la piel. Utilizo un cepillo de uñas que solo uso para comida, frotando bien las patatas bajo el grifo de agua.

Partimos las patatas en gajos. Yo suelo partirla en dos y luego le voy haciendo los gajos, pero como queráis.

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Después cortamos esos gajos en trocitos.

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Los ponemos sobre una bandeja a la que hayamos puesto papel vegetal previamente. El papel ayuda a no manchar mucho la bandeja y a que no se peguen las patatas.

Siempre hay que poner la piel hacia abajo.

Echamos la sal, las especias y el aceite de oliva.

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El mix de carne es un bote de especias que venden específicamente para echar a la carne. Como con la dieta no suelo poder echar muchas cosas a los cocidos, también lo aprovecho para echar un poco a las alubias o a las lentejas, para darlas un poco más de sabor. También hay de pollo, que aprovecho para los arroces, los garbanzos, las setas o las pechugas de pollo a la plancha.

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A veces, para cambiar un poco, echo curry a las patatas, eso al gusto de cada uno.

Cuidado con las pimientas, que si nos pasamos luego las patatas pican muchísimo. Hoy he echado pimienta blanca por que es más suave que la negra, y aunque la uso más que nada para pescados, me gusta como queda con la cayena.

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Tienen que estar al horno unos 20 minutos, hasta que estar doraditas. Yo suelo pinchar a las más gordita con un palillo para saber cuando están hechas por dentro. Si está dura, aun les falta un rato.

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Hoy hemos acompañado estas patatas con morcilla.

En casa no suelo freír nada, es mi mantra personal, así que la morcilla también la hago al horno.

Mientras se hacían las patatas he preparado la morcilla.

Muy sencillo:

En una fuente ponemos papel de aluminio. Suelo cerrarlo un poco en la parte superior (como si fuera una bañera o un barquito), para que si salta grasa al menos que no la encontremos por todo el horno. Además también ayuda a limpiar luego la fuente.

Pinchamos la morcilla y echamos un poquito de aceite por encima.

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Esta es una morcilla sin arroz, por lo que lo normal es que se ‘desparrame’ un poco al hacerla en el horno. Me la han traído de Salamanca y la verdad es que ¡está buenísima!.

Si la morcilla es de arroz, al ser más compacta, podemos cortarla en rodajas de 1’5 ó 2 cm, más o menos, ponerlas tumbadas en la fuente y echar unas gotitas de aceite por encima. (Truquito de Susana)

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Para tenerla lista, con el horno precalentado, horneamos a 200º unos 15-20 minutos.

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Las patatas suelo ponerlas cuando vienen invitados, con alguna salsita para picotear mientras termino de preparar la comida.

Se pueden acompañar con unas gulas y unos huevos, para hacer un revuelto, una ‘sartenada’ o ‘sartén’ que se llama.

Y por supuesto, como acompañamiento, ya que al no tener tanta grasa como las patatas fritas son más saludables.

 

¡Buen provecho!